jueves, 13 de abril de 2017

Cruzados, prejuicios, salvapatrias...




En estas Españas donde nunca aprendemos estamos llenos de cruzados, prejuicios y salvapatrias. No nos salva ni el apuntador.

Cada día entiendo más aquellos que dicen que somos un país de grandes personas (individuales) y desastrosos en lo colectivo.

No voy aquí a argumentar mi afición por los toros. Hay ríos de tinta de los que podría echar mano. Nunca consideraré que un animal tenga los mismos derechos que un hombre. Cuando digo nunca es nunca. Animalistas de tomo y lomo podrían coger su ejemplo y evitar ciertos comentarios que aparecen por las redes.

Ver a Castella en Castellón es un arte, un placer, como fumarse un puro junto a un amigo con el que pocas veces coincides.

Pero los salvapatrias, los que tienen la razón absoluta de lo políticamente correcto cualquier argumento les daría igual.

Cuando estudiaba un buen profesor me dijo que es difícil negociar o dialogar con aquel que antes de empezar ya dice lo que es "innegociable". Más que difícil es imposible. Cuando situamos nuestra moral por encima de la del otro será imposible dialogar, llegar a acuerdos o reconciliarse. Sumen a la Tauromaquia cualquier ejemplo cercano y sitúense en el mapa. Sí, estamos aquí, parece que la leyenda negra de los inquisidores, de derechas e izquierdas, está por encima de cualquier patria.

Los antitaurinos son verdaderos cruzados de la causa. Nunca respetarán y siempre acabarán sus frases y críticas con ilustres frases como "pareces un facha", "solo te falta votar al PP", "eres un asesino"... Y eso si te lo dicen de manera suave.

Existe una tendencia actual que se podría equiparar a ciertas tendencias totalitarias. Ser cruzado de algo te convierte en un ser, si no peligroso, porque para eso el adversario debe de tener a su vez miedo, sí integrista.

En mi experiencia por las redes uno se da cuenta de lo absurdo que puede llegar a convertirse cualquier aspecto de la sociedad o la cultura de un país. En Cataluña, mal que les pese a los antitaurinos, solo prohibieron los toros por haber adoctrinado a todo un país en que aquello era "foráneo", "español" y por tanto malo malísimo (los españoles nos comemos a los niños y les damos caramelos envenenados). En Euskadi, pueblo amante de sus tradiciones, es más complicado. Allí a un bilbaíno de pro será difícil castigarle sin toros. En cualquier caso, donde se dan las prohibiciones es más por "perroflautismo" que por necesidad identitaria.

Soy concejal de Ganar Híjar, eso que algunos llaman confluencia, y soy taurino. Pago por ver morir dignamente un animal que nunca será un ser humano. Ahora ya pueden volver a ponerme a parir, que a mí hace ya muchos años que me la suda.

.


No hay comentarios:

Publicar un comentario