Iluminas la oscuridad
igual que el relámpago dulce
de la tormenta.
Y llenas la tierra de esquirlas
prendes los campos con hielo
y miras de bislai a seres vivos y muertos
con la tremenda firmeza
del notario desahuciado.
Y ahí sigues, a la espera del cataclismo
con las espadas en alto
y con dos o tres dientes de leche.
A mi hermano Víctor, porque siempre, siempre, van todas dirigidas a Cass. Bcn 24-1-22